05 septiembre 2008

A la busca del tiempo perdido (2)

A la busca del tiempo perdido (2)
- La parte de Guermantes
- Sodoma y Gomorra
À la recherche du temps perdu
- Le Côtè de Guermantes
- Sodome et Gomorre
Marcel Proust
Editorial Vademar 2.002 (Francia 1.921-1.923)
Trad. de Mauro Armiño
1.256 pags.

Prosiguiendo su viaje iniciático, el Narrador de A la busca de tiempo perdido se adentra en La parte de Guermantes por los ambientes de la aristocracia, que habían sido míticos para sus sueños de adolescente: la visión en la iglesia de Combray de la duquesa de Guermantes le había embriagado con la sonoridad del nombre, con la elegancia, que su mente convierte en belleza, de Oriane de Guermantes. Cuando en París descubre los prestigios del faubourg Saint-Germain, especie de ciudad prohibida para los simples mortales, el sueño del Narrador se derrumba: son criaturas dominadas por la frivolidad, el orgullo y la petulancia; algunas además son turbias; y, merodeando a su alrededor, un rico ambiente burgués, cómico por sus pretensiones intelectuales, como el «cogollito» de los Verdurin, que maniobran en la sombra para ascender en la escala social.

Sodoma y Gomorra retrocede para centrarse en el barón de Charlus: a través de esta exquisita y soberbia criatura novelesca, el Narrador descubrirá las terribles «ciudades de la llanura» bíblicas, condenadas al castigo del azufre y el fuego por sus vicios: es el envés del decorado en el que se pavonea una aristocracia inútil, en cuya crítica nadie, ni los mayores nombres de la narrativa realista, ha puesto tanta acidez e ironía. La brillantez y la belleza que parecían presidir, para el Narrador adolescente, la vida de la aristocracia, son una ilusión que se desvanece mientras el héroe va viviendo a tientas la pasión amorosa que en él habían despertado las muchachas en flor.

El segundo tomo de la Edición de Valdemar de A la Busca del Tiempo perdido, me ha llevado varios años terminarlo, no obstante, es mi intención finalizar próximamente la obra completa, porque, a mi juicio, es una de las grandes obras de la literatura, y aunque no es precisamente un libro de acción y de diálogo, se disfruta considerablemente simplemente por el gozo de leer las frases largas de Proust. Sí frases largas y un ritmo lento, espaciado, que quizás al principio cuesta, pero cuando se adapta el lector al ritmo narrativo, es una obra maestra, aunque sea difícil de seguir, y a veces se pierde uno por los amplios campos del arte y las toilettes de las señoras.
Los personajes por otra parte, en este tomo, encontramos la verdadera naturaleza de M. de Charlus, un hombre-mujer de esos que habitaban en la Sodoma biblica, de éste modo nos explicamos muchas de sus caprichosas intervenciones en el pasado, es magistral la escena del cortejo de M. de Charlus a Jupien el chalequero, cuando el narrador se dá cuenta de la inversión de M. de Charlus.
Tambien el "cogollito" de Mme. Verdurin ha cambiado, tienen sus rivalidades con los Cambremer, y en el cogollito no falta ahora Morel el violinista junto con M. de Charlus. El narrador tambien se ha incorporado al cogollito con Albertine, y Cottard es un personaje mas respetable y mas reconocido que en los tiempos de Swann.
Sobre la historia de "amor" entre Albertine Simonet y el narrador, un historia enfermiza donde la haya, pues dá la sensación (al menos a mí) que todas las relaciones que puede tener el narrador con mujeres son artificiales. Pues sobre Albertine primero planean los celos, puestos de manifiesto en las historias de Swann y Odette y de Saint Loup y Sarah; celos que se ponen de manifiesto ebn la actitud que adoptará Albertine con Saint Loup. Pero, esos celos, se volveran mas atronadores, cuando vaya tomando certeza, primero por los comentarios de Cottard sobre su manera de bailar con Andrèe, y posteriormente, la certeza al invocar la amistad con la hija del compositor Vinteul y una, amiga, muy amiga suya. De cualquier forma, lo notable es que parece que al narrador solo le interesa Albertine cuando ésta le motiva celos, bien con hombres, bien con mujeres (siendo ésto mas aún lo que provoca el interés por Albertine), así como la mentira.
Obra maestra dónde la haya, que hay que leer antes de palmarla.

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